Proteger y cuidar a nuestros seres queridos es algo
que nos sale de forma innata, es decir, es algo instintivo que hacemos tanto para
hacer sentir bien al otro como para hacernos sentir bien a nosotros mismos. Si
nuestra madre se encuentra mal, nos sale de dentro decirle que se quede en la
cama, que ya le hacemos nosotros las tareas; si nuestro hermano se queda tirado
con el coche en la autopista, no dudamos en ir a recogerle; si nuestro amigo
necesita hablar, le escuchamos hasta que se desahogue, incluso le aconsejamos;
si nuestra pareja necesita que estemos por ella, allí estamos.
Todos conocemos a alguien, un amigo, un primo, un vecino...
que tiene ese don de "madre cuidadora", ese afán de protección sobre
los otros que le hace ser tan amable y tan generoso. ¿Pero hasta qué punto es
bueno?
La autoestima y la asertividad, son dos conceptos muy importantes que dicen mucho de nosotros
mismos y que solemos dejar de lado erróneamente. Definamos cada uno de ellos
brevemente, a mi parecer.
Autoestima: Es la percepción que
tenemos de nosotros mismos.
Asertividad: Capacidad de
comunicar ante los otros nuestras opiniones, valores, creencias… sin ánimo de
atacar, ni desde la culpa ni la obligación, sino desde nuestro criterio y
confianza en uno mismo.
Considero que están muy relacionados, ya que uno es
consecuencia del otro, y que son la base de la DEPENDENCIA EMOCIONAL.
Volvamos a los ejemplos anteriores, pero mirándolos
desde otro punto de vista.
Ejemplo de la madre: Tu madre está constipada y te
sabe mal verla así. Le dices que se acueste y descanse. Ella al principio te
dice que no, que está bien, pero al final accede a tumbarse y descansar.
Entonces, te pregunta si puedes hacerle compañía y echarle una mano con las
tareas de casa, ya que ella no es capaz de hacerlo. Vale, dejas de lado todo lo
que tenías previsto hacer durante ese
día para ayudarla. Pero… esta no es la primera vez que sucede algo similar.
¿Realmente te apetece o ves la necesidad de quedarte? Quizá no es tan grave y
solo es un constipado que necesita un par de días de reposo. ¿Por qué te
quedas? ¿Por qué dices que sí?
Ejemplo del hermano: Te llama tu hermano por teléfono
comentándote que está parado en la autopista porque el coche no le arranca.
Pero tú sabes que siempre va haciendo el tonto mientras conduce y no es la
primera vez que tiene un susto, siempre tienes que ir a buscarle. Pero él te insiste,
tampoco mucho, y acabas accediendo a ir a socorrerle. ¿Por qué no le das una
lección? ¿Por qué dices que sí?
Ejemplo del amigo: Un amigo necesita hablar contigo
porque en su trabajo está mal. No es algo nuevo, porque siempre le ocurren
cosas similares. Dejas lo que estabas haciendo y le dices que sí, que ahora
mismo vas a su casa. Pero, tú también estás mal en tu trabajo, también tienes
días grises… Y este amigo nunca te pregunta ni te escucha, solo habla de él. Además,
hoy no estás para aconsejar ni escuchar, necesitas que te ayuden a ti. ¿Por qué
vas? ¿Por qué dices que sí?
Ejemplo de la pareja: Tienes planes con unos amigos
esta tarde. Vais a ir a tomar algo y al cine, además estás contento porque
cuesta mucho reunir a todo el grupo últimamente. Estás arreglándote y tu pareja
te llama porque le ha pasado algo y necesita hablarlo contigo urgentemente. Le
recuerdas que has quedado con tus amigos con los que hace tiempo que no
coincides y ella insiste en que te necesita. Por otro lado, estás enfadado
porque últimamente tu pareja solo piensa en ella y no te presta demasiada
atención, solo piensa en sus cosas, dejándote un poco apartado… Pero acabas
cancelando tu plan y le dices a tus amigos que te ha surgido un imprevisto.
¿Por qué no le dices que lo habláis más tarde? ¿Por qué dices que sí?
Bien, todo esto viene dado por los dos conceptos que
he comentado anteriormente: la autoestima y la asertividad. A veces, decimos y hacemos
cosas que no nos apetece llevar a cabo realmente solo para satisfacer al otro. Son
cosas que, a primera vista, pueden parecer simples favores, pero que poco a
poco se van convirtiendo en normalidad para nosotros. En algo que “hay que
hacer”. Y llevado al extremo es cuando surge el problema. ¿Cuál es la raíz de
esto? Baja autoestima y falta de
asertividad = Dependencia emocional.
La baja autoestima nos crea inseguridad y esa
inseguridad nos lleva a ser poco asertivos. Es decir, cuando tenemos un
concepto negativo sobre nosotros mismos hace que no podamos decir “no” en
ciertas situaciones por el “qué dirán”, por si somos criticados. Tenemos miedo
al rechazo, y en consecuencia, a la soledad. Es eso lo que nos hace evitar decir
lo que pensamos realmente. Queremos evitar enfrentamientos, evitar discusiones…
evitar críticas negativas, porque eso haría bajar un punto más la seguridad en
nosotros mismos. Por eso decimos sí en ocasiones en las que estamos
pensando “no”. Pero esto, a largo plazo, causa un efecto contrario a lo que
buscamos. Paulatinamente, vamos asumiendo un rol de subordinación ante los demás que
se va forjando en nuestra personalidad sin que nos demos cuenta. Este hecho nos
lleva a ser todavía más inseguros y menos asertivos, conlleva a formar parte de
nosotros. Por ejemplo, el miedo a negarle a tu pareja algo que no quieres
hacer, miedo a decirle que no te hable mal, miedo a opinar algo contrario a
ella, miedo a dejarla si no estás bien… en definitiva, dependencia emocional, o
lo que es lo mismo, miedo a la soledad.
¿Somos conscientes de este comportamiento? ¿Hasta qué
punto nos afecta en nuestro día a día?
Gracias Mirian, muy interesante tu articulo.
ResponderEliminarEres toda una experta. Un articulo súper interesante
ResponderEliminarMuy a tener en cuenta en nuestra vida diaria! Sigue escribiendo estos artículos tan interesantes!
ResponderEliminar