domingo, 8 de diciembre de 2013

Dependencia Emocional


Proteger y cuidar a nuestros seres queridos es algo que nos sale de forma innata, es decir, es algo instintivo que hacemos tanto para hacer sentir bien al otro como para hacernos sentir bien a nosotros mismos. Si nuestra madre se encuentra mal, nos sale de dentro decirle que se quede en la cama, que ya le hacemos nosotros las tareas; si nuestro hermano se queda tirado con el coche en la autopista, no dudamos en ir a recogerle; si nuestro amigo necesita hablar, le escuchamos hasta que se desahogue, incluso le aconsejamos; si nuestra pareja necesita que estemos por ella, allí estamos.

Todos conocemos a alguien, un amigo, un primo, un vecino... que tiene ese don de "madre cuidadora", ese afán de protección sobre los otros que le hace ser tan amable y tan generoso. ¿Pero hasta qué punto es bueno? 

La autoestima y la asertividad, son dos conceptos  muy importantes que dicen mucho de nosotros mismos y que solemos dejar de lado erróneamente. Definamos cada uno de ellos brevemente, a mi parecer.

Autoestima: Es la percepción que tenemos de nosotros mismos.

Asertividad: Capacidad de comunicar ante los otros nuestras opiniones, valores, creencias… sin ánimo de atacar, ni desde la culpa ni la obligación, sino desde nuestro criterio y confianza en uno mismo.

Considero que están muy relacionados, ya que uno es consecuencia del otro, y que son la base de la DEPENDENCIA EMOCIONAL.


Volvamos a los ejemplos anteriores, pero mirándolos desde otro punto de vista.

Ejemplo de la madre: Tu madre está constipada y te sabe mal verla así. Le dices que se acueste y descanse. Ella al principio te dice que no, que está bien, pero al final accede a tumbarse y descansar. Entonces, te pregunta si puedes hacerle compañía y echarle una mano con las tareas de casa, ya que ella no es capaz de hacerlo. Vale, dejas de lado todo lo que tenías previsto  hacer durante ese día para ayudarla. Pero… esta no es la primera vez que sucede algo similar. ¿Realmente te apetece o ves la necesidad de quedarte? Quizá no es tan grave y solo es un constipado que necesita un par de días de reposo. ¿Por qué te quedas? ¿Por qué dices que sí?

Ejemplo del hermano: Te llama tu hermano por teléfono comentándote que está parado en la autopista porque el coche no le arranca. Pero tú sabes que siempre va haciendo el tonto mientras conduce y no es la primera vez que tiene un susto, siempre tienes que ir a buscarle. Pero él te insiste, tampoco mucho, y acabas accediendo a ir a socorrerle. ¿Por qué no le das una lección? ¿Por qué dices que sí?

Ejemplo del amigo: Un amigo necesita hablar contigo porque en su trabajo está mal. No es algo nuevo, porque siempre le ocurren cosas similares. Dejas lo que estabas haciendo y le dices que sí, que ahora mismo vas a su casa. Pero, tú también estás mal en tu trabajo, también tienes días grises… Y este amigo nunca te pregunta ni te escucha, solo habla de él. Además, hoy no estás para aconsejar ni escuchar, necesitas que te ayuden a ti. ¿Por qué vas?  ¿Por qué dices que sí?

Ejemplo de la pareja: Tienes planes con unos amigos esta tarde. Vais a ir a tomar algo y al cine, además estás contento porque cuesta mucho reunir a todo el grupo últimamente. Estás arreglándote y tu pareja te llama porque le ha pasado algo y necesita hablarlo contigo urgentemente. Le recuerdas que has quedado con tus amigos con los que hace tiempo que no coincides y ella insiste en que te necesita. Por otro lado, estás enfadado porque últimamente tu pareja solo piensa en ella y no te presta demasiada atención, solo piensa en sus cosas, dejándote un poco apartado… Pero acabas cancelando tu plan y le dices a tus amigos que te ha surgido un imprevisto. ¿Por qué no le dices que lo habláis más tarde? ¿Por qué dices que sí?

Bien, todo esto viene dado por los dos conceptos que he comentado anteriormente: la autoestima y la asertividad. A veces, decimos y hacemos cosas que no nos apetece llevar a cabo realmente solo para satisfacer al otro. Son cosas que, a primera vista, pueden parecer simples favores, pero que poco a poco se van convirtiendo en normalidad para nosotros. En algo que “hay que hacer”. Y llevado al extremo es cuando surge el problema. ¿Cuál es la raíz de esto?  Baja autoestima y falta de asertividad = Dependencia emocional.

La baja autoestima nos crea inseguridad y esa inseguridad nos lleva a ser poco asertivos. Es decir, cuando tenemos un concepto negativo sobre nosotros mismos hace que no podamos decir “no” en ciertas situaciones por el “qué dirán”, por si somos criticados. Tenemos miedo al rechazo, y en consecuencia, a la soledad. Es eso lo que nos hace evitar decir lo que pensamos realmente. Queremos evitar enfrentamientos, evitar discusiones… evitar críticas negativas, porque eso haría bajar un punto más la seguridad en nosotros mismos. Por eso decimos sí en ocasiones en las que estamos pensando “no”. Pero esto, a largo plazo, causa un efecto contrario a lo que buscamos. Paulatinamente, vamos asumiendo un rol de subordinación ante los demás que se va forjando en nuestra personalidad sin que nos demos cuenta. Este hecho nos lleva a ser todavía más inseguros y menos asertivos, conlleva a formar parte de nosotros. Por ejemplo, el miedo a negarle a tu pareja algo que no quieres hacer, miedo a decirle que no te hable mal, miedo a opinar algo contrario a ella, miedo a dejarla si no estás bien… en definitiva, dependencia emocional, o lo que es lo mismo, miedo a la soledad.



¿Somos conscientes de este comportamiento? ¿Hasta qué punto nos afecta en nuestro día a día?

3 comentarios:

  1. Gracias Mirian, muy interesante tu articulo.

    ResponderEliminar
  2. Eres toda una experta. Un articulo súper interesante

    ResponderEliminar
  3. Muy a tener en cuenta en nuestra vida diaria! Sigue escribiendo estos artículos tan interesantes!

    ResponderEliminar